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CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE BAYYANA
El espacio cultural recrea la cultura hispanomusulmana a partir de unos ejes temáticos: la ciudad, la casa y la vida social; el mundo espiritual; la seda y la cerámica como fuente de riqueza, el agua y la agricultura y las relaciones comerciales.
Destacan las maquetas de una noria de sangre y un alfar de cerámica genuinamente árabe. Grandes paneles a modo de inmensas fotografías actúan como telón de fondo de cada área recreando los diferentes ambientes.
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Interior del Centro de Interpretación
En la misma planta, se complementa con varias salas sobre la cultura popular, donde se exponen de manera sorprendente antiguos objetos vinculados a tres espacios “Cuéntame cómo eran los objetos”, “Tarea del estrío (empaquetadora de naranjas) en la fabrica La Molina” y “Cuéntame cómo eran los oficios”.
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YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE BAYYANA
La plasmación del nuevo modelo de ocupación de los yemeníes, a finales del siglo IX, será la ciudad de Bayyana (Pechina), una urbe campesina con un entorno agrícola donde las distintas alquerías o barriadas (se han contabilizado hasta cinco núcleos) se distribuían entre la frondosidad del valle. En concreto en estas tierras del río de Almería se instaló la familia yemení de los Abu Siraj, que aporta unos soldados campesinos que desarrollan un intensivo sistema de regadío que cambiará para siempre el paisaje del valle. Mientras, la población autóctona, antes cristiana, se fue convirtiendo paulatinamente al Islam para así pagar menos impuestos.
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Calle y viviendas musulmanas en el yacimiento arqueológico
Bayyana se convertirá en una de las ciudades comerciales más importantes de Al-Andalus durante los siglos IX y X. Las referencias literarias nos dan cuenta de su esplendor con una gran mezquita mayor y abundancia de telares, alfares y baños públicos. Gran parte de esta prosperidad se veía favorecida por la paz que aquí se respiraba frente a las luchas civiles de finales del emirato cordobés, lo que favorecía que Bayyana fuera semiindependiente, como una república marítima, gracias al cercano puerto de la futura Almería.
La decadencia de Bayyana comienza con la constitución de Almería en el 955 y el traslado allí de la población. En el 1012 era saqueada por los bereberes y pierde su atributo urbano, convirtiéndose en simple alquería dependiente de Almería.
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- Otra vista del arranque de los muros de las viviendas
Planta general del área de viviendas
De ese hábitat disperso en alquerías se conoce especialmente este barrio residencial rodeado de un área artesanal, con al menos alfarerías y un horno de vidrio, excavado de 1986 a 1988. Su trazado, a diferencia de la concepción tradicional del urbanismo musulmán, anárquico y sin diseño previo, presenta una cuidada organización espacial que se manifiesta en varios elementos:
a) los muros de aterrazamiento para salvar los desniveles del terreno.
b) un esmerado sistema de evacuación de aguas residuales, con pozos negros en las calles y cubiertos con losas de pizarra para facilitar su limpieza.
c) una canalización de gran envergadura para la traída de aguas.
d) una red viaria de calles anchas y aproximadamente rectilíneas, pavimentadas con tierra apisonada, que distribuyen el espacio donde se integran los tres sectores del barrio.
Las viviendas se alinean a lo largo de las calles, presentan una sola planta y cubierta de tejas. Sin más huecos que las puertas, las estancias se disponen en torno a un gran patio central, eje de la actividad de la casa y distribuidor de las habitaciones. Un zaguán previo salvaguarda la intimidad de la casa. Las salas o alcobas, el elemento más rico y cuidado de la vivienda, son de gran tamaño, y se dedican a diversos usos: lugar de reunión, dormitorio e incluso lugar de trabajo para fabricación de tejidos.
Uno de los espacios más característicos es la letrina, que aparece siempre como una habitación independiente presente en todas las viviendas, desagua a través de una atarjea en el pozo negro situado en la calle y tiene paredes y suelos pintados de almagra. Es el elemento que mejor define el carácter urbano del conjunto, al expresar claramente la preocupación por la higiene propia de los habitantes de espacios densamente poblados.
El material cerámico aparecido es abundante y diverso, desde piezas de gran tamaño (tinajas decoradas de cordones, ánforas, cántaros...) a marmitas, cazuelas, jarras, candiles y ataifores con una tipología muy variada. Las numerosas muestras de útiles de alfarero, unido a las grandes proporciones del alfar localizado, son indicios de una producción a gran escala dirigida a la exportación.
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BAÑOS DE SIERRA ALHAMILLA
Este singular espacio irrigado constituye un vergel y una mancha verde que sorprende entre la inmensa aridez de las primeras estribaciones de sierra Alhamilla, a unos 460 m de altura, lo que permite contemplar al fondo la silueta azul del Mediterráneo.
Este oasis está ligado a un manantial de aguas termales, estable en cuanto a su caudal y temperatura de 58ºC, que permitió la instalación de un balneario, declarado de utilidad pública por sus virtudes terapéuticas desde 1838. Pero para poder regar el espacio cultivado, el agua se deja correr y reposar en diversas balsas para que se enfríe.
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Vista actual del edificio del balneario. © Fotografía: Alfonso Ruiz
Los baños se remontan a la época romana e hispanomusulmana, aunque el edificio es obra del obispo Claudio Sanz y Torres (1704-79), quien decidió construir un modesto balneario junto al manantial, con un patio rectangular porticado como distribuidor, y dotado con capilla y dependencias de la hospedería. Simultáneamente se hubo de habilitar un camino carretero desde la vecina Pechina por donde circulaban las tartanas.
Durante la Primera República se clasifican los baños como establecimiento público provincial de beneficiencia, para posteriormente pasar a manos privadas, conociendo un cierto auge con motivo de la actividad minera y del ferrocarril de Sierra Alhamilla desde finales del siglo XIX hasta la clausura de la línea férrea en 1929, pues permitía una rápida comunicación de los pacientes con la vecina capital.
- Gran sala del interior de los baños, con su esencia hispanomusulmana.
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En 1946 se cierra definitivamente el balneario por amenaza de ruina. En 1991 se hace una reforma total para instalar un hotel balneario de 25 habitaciones, que intenta ser respetuoso con la estructura y estética original, y que cuenta con una atractiva planta sótano con unos baños de sabor islámico.
Alrededor de las instalaciones se aprecian restos de la antigua minería de Sierra Alhamilla, en forma de hornos de calcinación, planos inclinados, escombreras… y que cerró con la crisis de la Primera Guerra Mundial. Abajo se pueden apreciar los restos de la antigua estación de El Chorrillo, punto de partida del ferrocarril de vía estrecha de Sierra Alhamilla y de cables aéreos procedentes de la sierra.
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Oasis de un espacio singular. © Fotografía: Alfonso Ruiz Galería