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BAÑOS DE BENEJÍ
Constituyen el más antiguo de los baños rurales conocidos hasta ahora en la provincia. Recientemente restaurados, se encuentran a la entrada de la barriada de Benejí en plena vega virgitana y han sido fechados en el siglo XI. Muy afectados posiblemente por el terremoto de 1804, conservan hoy únicamente una nave de 9,5 x 3,2 m. que correspondiera a la sala de baños fríos, adosada al arranque de la bóveda contigua, formando un conjunto de unos 91 m2, es decir, el doble que los vecinos Baños de la Reina, lo que demuestra que la población a la que servirían sería mayor.
La actual barriada de Benejí debió ser una de las 12 alquerías o lugares de la taha (división administrativa nazarí, equivalente a una comarca actual), que contaba con unos 65 vecinos antes de la época de la conquista, recorrida por la acequia que parte de la fuente de Alcaudique y riega también las vegas de Rigualte y Negite.
Baños de Benejí, recientemente restaurados. © Fotografía: María Navarro
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CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE VILLAVIEJA
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Restos de la muralla de la Alcazaba de Villavieja, con la torre albarrana en su extremo. © Fotografía: Pako Manzano
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El asentamiento primitivo de la Berja árabe se sitúa en la Alcazaba de Villavieja, colina situada a unos dos kms del pueblo actual y encima de la barriada de Benejí, que constituye la fortificación más grande de la Alpujarra y el despoblado medieval más extenso de la provincia (7 has).
Solar del antiguo anfiteatro romano al pie de la Alcazaba islámica. © Fotografía: Pako Manzano
Era el centro militar y político de una serie de alquerías dispersas por la vega, uno de los distritos alpujarreños organizados en torno a esta fortaleza ya durante los siglos X y XI para defensa de la población. En cambio en época nazarí el barrio principal se traslada al valle, en torno a la actual Plaza de la Constitución, que se constituyó en el zoco de Berja, sede de las actividades religiosas, civiles y comerciales de la zona.
El poblamiento de la Berja islámica parece tener origen en la llegada de los Banu Hassan hacia el 790 a la actual Benejí, pero será en la época califal cuando se levante la actual ciudadela o alcazaba en la cima del cerro, pero de la que apenas quedan restos.
Detalle de las ruinas de la muralla de la Alcazaba. © Fotografía: Pako Manzano
Se sitúa en un promontorio estratégicamente enclavado en la parte superior del cerro, rodeado por una muralla de 1.300 m de longitud, dos metros de ancho por siete de alto, arruinada casi totalmente por los cristianos tras las sublevaciones moriscas, para evitar su encastillamiento. Subsisten únicamente parte de un lienzo de muralla y algunas torres construidas a base de tapial de argamasa, especialmente una torre albarrana o saliente en el extremo Norte, que protege la entrada al nacimiento de la fuente de la Rana, levantado en época almohade.
La cima está dominada por otro recinto defensivo, un castillo o alcazaba, unido a la estructura general y dotado de varios aljibes. Presenta una planta rectangular reforzada por pequeños torreones rectangulares en los ángulos. El interior del recinto amurallado abarca una amplia extensión de 7,5 has., pero la trama urbana es muy poco conocida ante la ausencia de excavaciones arqueológicas y las sucesivas labores destructoras de propietarios y visitantes. De lo que sí se aprecian huellas es de un urbanismo escalonado, adaptado a las curvas de nivel del terreno. En su interior se conservan unos aljibes medievales, recientemente restaurados.
Al pie de la Alcazaba destaca la huella de un antiguo anfiteatro romano, el principal testimonio de la Vergi romana. Es el único anfiteatro provincial conservado, no ha sido excavado y corresponde a un sencillo modelo donde la arena está excavada en el suelo y el graderío para los espectadores sería de madera, lógicamente desaparecido. Presenta dos pequeños cubículos en el eje menor, como burladero, sobre los que estarían los palcos para el presidente y organizador de los juegos.
TORRE DE LOS ENCISO
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Está situada al final de la calle del Agua, cerca de la Plaza de la Constitución, y constituye la única torre de su género conservada en la comarca. La mayoritaria población morisca (95%) suponía una amenaza para los cristianos en caso de sublevación, y por ello se levantaron estas fortalezas particulares adosadas a las viviendas, para poder refugiarse en caso de asedio. En concreto, esta pertenecía a Celedón de Enciso, escribano de la villa, quien se refugió en ella durante la sublevación de los moriscos de 1568, logrando escapar de la persecución. Los sucesores de éste colocaron en 1699 el escudo de armas del linaje en la fachada del edificio.
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Torre de los Enciso. © Fotografía: Pako Manzano
La torre disponía de un puente levadizo y tinaja interior de agua, a modo de improvisado aljibe en caso de asedio. Así sirvió de refugio en 1568 cuando se produjo el levantamiento morisco, salvándose de ser degollados y posteriormente se descolgaron por la ventana para huir a Adra. La fábrica constructiva es típicamente mudéjar, con cajones de mampostería encalada intercalados con hiladas de ladrillo.
Interior de una de las plantas de la torre, hoy convertida en Oficina Municipal de Turismo y Museo de Sitio
Tras su reciente rehabilitación se ha convertido en Museo de Sitio sobre el siglo XVI, los moriscos y la Repoblación cristiana, ubicándose también la Oficina de Turismo de Berja. Su escasa superficie, dividida en tres plantas, encierra un magnífico testimonio de una época singular en la memoria de Las Alpujarras.
TRAMA URBANA Y CASCO HISTÓRICO
Desde finales del siglo XVIII y especialmente durante el XIX Berja experimenta un gran desarrollo económico y demográfico gracias a la explotación de las minas de plomo de Sierra de Gádor y posteriormente con la producción de uva de mesa para la exportación.
Berja se convirtió en uno de los principales núcleos urbanos de la provincia, tomando el aspecto de una pequeña ciudad, con un espléndido conjunto, no sólo de viviendas pertenecientes a la floreciente burguesía, sino de edificios y servicios públicos, como el mercado de abastos, edificios destinados al ocio, como el Teatro, desgraciadamente desaparecido hace poco tiempo, o paseos como el actual de Cervantes, llamado en su origen "del siglo", porque su inauguración coincide con la del siglo XX.
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- Vista general de la calle del Agua y sus viviendas tradicionales. © Fotografía Pako Manzano
La calle del Agua puede ser una magnífica muestra para conocer la huella económica en el urbanismo y la arquitectura virgitana. Ejemplos significativos pueden la casa de la familia Zapata-Pimentel, del siglo XVIII y ubicada en el nº 49, o la famosa casa del Molino del Perrillo, ubicada en los números 37 a 39 y con esquina a la calle Pardo.
Casa de la familia Zapata-Pimentel en la calle del Agua. © Fotografía Pako Manzano
La iglesia parroquial de la Encarnación o el Ayuntamiento se convierten en símbolos de la nueva Berja en expansión, mientras que la localidad se puebla de fuentes llenando las plazas, destacando la de Toro o la de los 16 años. Viviendas historicistas de la rica burguesía enriquecen la trama urbana.