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Almería Barroca Medio Andarax. Guerra de los moriscos y espíritu martirial

Los pequeños pero acogedores municipios del Medio Andarax aportan genuinas muestras de la cultura del Barroco de la Edad Moderna, donde el recuerdo de la Guerra de los Moriscos y la religiosidad será una constante. Huécija, Bentarique, Padules y Almócita guardan pequeños tesoros que nos obligarán a volver.

El valle del río Andarax es aglutinador del territorio, una comarca natural que comunica el mar Mediterráneo con el interior, un paso natural de Sur al Norte. Nos encontramos ante un relieve muy compartimentado, que creó históricamente problemas de comunicación entre las poblaciones, y con unos suelos pobres que limitan la extensión del terreno cultivado más allá de la fértil vega. Pero, a pesar de todo, sorprenden las manchas de huertas de naranjos, limones, olivos…, y el recuerdo de los parrales, y mucho antes las moreras.

Mirador de la Taha de MarchenaMirador de la Taha de Marchena

 

    • Valeriano Sánchez Ramos. Profesor y miembro de la Academia Andaluza de la Historia

    • Cogeremos la circunvalación de Almería por la A-7 hacia el Norte, saliéndonos en dirección Huércal de Almería para coger la antigua N-340A hasta Benahadux, donde nos desviaremos definitivamente hacia La Alpujarra por la A-348. Mas arriba de Alhama nos desviaremos a la derecha por la ctra provincial AL-3405 para dirigirnos a Huécija y el convento de los Agustinos.

      Retornaremos de nuevo a la A-348 para desviarnos a la altura de Illar hacia Bentarique por la AL-3406. Retomamos la A-348 hasta Padules y, un poco más arriba, Almócita, nuestro destino final. De nuevo el valle del Andarax se nos ofrece con sus múltiples variantes.

    • Panel de la Taha de Marchena

 

Programa

    • Está situada al pie de la Sierra de Gádor, en una zona abrigada de vientos y heladas que permite un microclima especial, con temperaturas dos o tres grados más altas que las de sus vecinos.

      Desde época medieval fue una alquería de la taha o distrito de Marchena, uno de los señoríos jurisdiccionales concedidos por los Reyes Católicos para recompensar a la nobleza por su ayuda en la Guerra de Granada. El fuerte terremoto de 1522, que afectó a toda la provincia, destruyó las murallas de Marchena. Huécija fue elegida como sede del señorío y centro comercial de la zona, en donde se reunía el mercado semanal o zoco.

    • IGLESIA DEL ANTIGUO CONVENTO DE LOS AGUSTINOS

      Presidiendo el caserío de Húecija destaca el volumen de esta iglesia con su airosa torre-campanario, auténtica joya del barroco provincial y declarada Bien de Interés Cultural en 1992.

    • Vista general de Huécija, dominada por el volumen de la iglesia del antiguo convento. © Fotografía: Pako ManzanoVista general de Huécija, dominada por el volumen de la iglesia del antiguo convento. 

      Su origen está ligado al antiguo convento y se remonta a la entrega a D. Gutierre de Cárdenas, VII duque de Maqueda, del territorio de la antigua taha de Marchena en recompensa por los servicios prestados a la corona en la guerra de Granada. A su muerte en 1503 su viuda, Dª Teresa Enríquez, mandó crear este convento como elemento de adoctrinamiento y cristianización ante una mayoría de población morisca.

      El convento original, de la primera mitad del siglo XVI, con su iglesia y claustro anexo, fue destruido durante la rebelión morisca de 1568, muriendo sus 13 monjes refugiados en la torre, el único elemento que ha pervivido de aquel primer edificio. Efectivamente nos encontramos ante una torre-fuerte que estaría separada de la iglesia, pero comunicada con un puente levadizo, como alternativa defensiva ante un posible levantamiento morisco, según muestran otros ejemplos conservados en la Alpujarra. Destaca su decoración con un espectacular escudo de armas de D. Bernardino de Cárdenas, su hijo, casado con Dª Inés de Velasco, reflejado en los símbolos de ambas familias que inundan el escudo.

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      Torre monumental de la iglesia del convento, con el escudo de armas de D. Bernardino de Cárdenas. © Fotografía: Pako ManzanoTorre monumental de la iglesia del convento, con el escudo de armas de D. Bernardino de Cárdenas. © Fotografía: Pako Manzano

    • Pero el volumen e imagen actual de la iglesia se remonta al siglo XVIII, cuando se encarga a Simón López de Rojas la reconstrucción total, pues la iglesia levantada tras el desastre de 1568 amenazaba ruina.

    • El proyecto ejecutado es un templo de una nave con planta de cruz latina que se prolonga hasta la torre-campanario, y que responde al modelo contrarreformista del Barroco, con crucero destacado y cúpula, capillas entre los contrafuerte laterales, y una cubierta con bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos, contrarrestada con un armadura interior no vista. Pero también destacaba un monumental retablo cerrando el altar mayor, pero lamentablemente desaparecido en 1936.

    • Esta reconstrucción del edificio en el siglo XVIII coincide con una cierta recuperación económica y demográfica en el valle del Andarax y especialmente en Huécija, donde el convento era el gran propietario de tierras. Ello permitirá una carga decorativa, típica del Barroco, presente en los colores del volumen exterior del crucero (círculos y rectángulos en blanco, ocre y rojo simbolizando lo divino y humano), y especialmente en la ornamentación interior de la capilla mayor y la cúpula.

    • Vista general del volumen exterior de la iglesia © Fotografía: Pako ManzanoVista general del volumen exterior de la iglesia © Fotografía: Pako Manzano

    • Destacan especialmente los cuatro tondos con pinturas sobre tabla que decoran las pechinas de arranque de la cúpula, donde encontramos los cuatro grandes monjes agustinos (San Agustín, San Nicolás de Tolentino, Santo Tomás de Villanueva y San Juan de Sahagún), completándose con “putti” o angelotes desnudos, mezclados con un amplio repertorio de de motivos vegetales carnosos y asimétricos..

      Sin embargo la desamortización eclesiástica de 1835 y el reparto de los bienes muebles, inician un trágico periodo de abandono y ruina. Ante la grave amenaza de ruina del edificio, se cierra al culto en 1984 y en 1986 se colocan unos clavos-testigos de las grietas. La oportunidad de recuperación funcional y del esplendor perdido procede de 2006, con motivo de su inclusión como rehabilitación dentro del programa Andalucía Barroca.


      Pechina del arranque de la cúpula decorada con un tondo con la figura de San Juan de Sahagún © Fotografía: Pako ManzanoPechina del arranque de la cúpula decorada con un tondo con la figura de San Juan de Sahagún © Fotografía: Pako Manzano

      IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ANUNCIACIÓN

    • La primitiva iglesia parroquial fue levantada en la segunda mitad del siglo XVI pero fue saqueada en la rebelión morisca de 1568, por lo que se reconstruye con posterioridad. Presenta una sencilla planta de cruz latina de una sola nave y la típica fábrica mudéjar de ladrillo alternado con cajones de mampostería, careciendo hoy de la torre original.

      Interesantes son la cubierta resuelta con una armadura mudéjar de limabordón, que contrasta con la solución abovedada de la cabecera, fruto de una ampliación posterior, y la portada de cantería de los pies, con un diseño clasicista, y sobre ella el escudo mutilado de los señores de Maqueda, señores de la antigua taha de Marchena.

    • Portada de la iglesia parroquial con el maltrecho escudo de los duques de Maqueda© Fotografía: Pako ManzanoPortada de la iglesia parroquial con el maltrecho escudo de los duques de Maqueda© Fotografía: Pako Manzano

      Aunque fue casi destruida durante la Guerra Civil, fue reabierta al culto en 1991 como iglesia parroquial.
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    • Situado sobre un cerro amesetado, domina estratégicamente la ladera norte de la Sierra de Gádor y el ámbito oriental de Sierra nevada. Estamos en el ámbito de la plena vega, rodeados de cítricos y hortalizas, que contrastan con la dureza y sobriedad de unos montes profundamente atacados por la erosión y dominados por albaida, romero, esparto y bolinas.

      El municipio  fue creado en 1835, separado de Terque, y el siglo XIX marcará el periodo de mayor desarrollo económico gracias a la uva de Ohanes cubriendo toda la vega y bancales subiendo por las márgenes del río, sustituyendo en gran parte a los cultivos tradicionales de olivos, almendros, morales… Ello generó una industria auxiliar dedicada a la barrilería y la exportación, mientras también se desarrollaba una histórica fabricación de pólvora.

      CASA GRANDE O DEL DUQUE DE ARCOS

    • En la Plaza de San José o de la Era encontramos una vivienda de mayores dimensiones y que contrasta con el resto de edificios civiles del Medio Andarax. Constituye un magnífico ejemplo de vivienda neoclásica de finales del siglo XVIII, ligada a la nobleza rural, pero con evidentes recursos compositivos de tradición burguesa, mostrando claramente la evolución de las tipologías de vivienda señorial del Antiguo régimen a los modelos burgueses del siglo XIX, donde el confort, la intimidad y unos interiores más hogareños se convierten en referencias.

      El prestigio y representatividad de la familia Orta, antiguos terratenientes y propietarios de la vivienda, se vinculan a una serie de elementos de inequívoca tradición neoclásica dando un prestigio y representatividad presentes en la fachada: la portada adintelada y enmarcada entre pilastras jónicas, como eje central de composición y abarcando las dos plantas del edificio; el enmarque con sillares en ángulo en las esquinas; la cornisa guardapolvos encima del dintel de los huecos, recercados y distribuidos de manera regular y simétrica con arreglo a los principios clásicos de composición; la cornisa de separación de plantas; o la importancia de la rejería de forja sosteniendo la repisa del balcón. Sin embargo elementos de pervivencia barroca son unas descomunales gárgolas, la molduración abocinada de los huecos y la indiferenciación de plantas.

      Fachada principal de la llamada Casa Grande © Fotografía: Pako ManzanoFachada principal de la llamada Casa Grande © Fotografía: Pako Manzano
       

      El edificio de dos plantas destaca tras la portada por un zaguán y portal destacados en su monumentalidad gracias a un pavimento con grandes losas de piedra, mientras que también sobresale la disposición de una trampilla en el techo, junto a la puerta, para controlar desde la primera planta a los visitantes que llaman para entrar. Las cuadras se situarían en la parte trasera con un acceso directo desde la calle.

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      Zaguán con grandes losas de piedra © Fotografía: Pako ManzanoZaguán con grandes losas de piedra © Fotografía: Pako Manzano

      La arquitectura es un instrumento al servicio del poder y el clasicismo y la historia aportan el prestigio social, materializado en el diseño exterior de la vivienda.

      Pero en el interior hay un elemento de tradición burguesa ligado a la búsqueda del confort. Es la disposición de un patio de luces o lucernario como conformador del espacio interno y distribuidor de las habitaciones, una clara evolución del antiguo patio abierto de las viviendas barrocas para crear un modelo de casa solar pasiva..

    • Patio de luces en la Casa Grande © Fotografía: Pako ManzanoPatio de luces en la Casa Grande © Fotografía: Pako Manzano

    • ERMITA DE SAN JOSÉ O DE LA ERA

      Situada frente a un descampado, hoy Plaza de San José, donde habían unas antiguas eras comunales, encontramos actualmente esta pequeña ermita de una sola nave cubierta con bóveda de cañón y cabecera poligonal en cuarto de esfera.

      Hoy es utilizada por los feligreses del municipio pero primitivamente sería la antigua capilla privada de la vecina Casa Grande, tal como refleja el hueco en el coro situado a los pies y que permitía un acceso directo y privado para oír misa y tomar la comunión.

    • Interior de la ermita de San José © Fotografía: Pako ManzanoInterior de la ermita de San José © Fotografía: Pako Manzano

    • La sencilla portada de acceso presenta un arco de medio punto enmarcado por dos columnas de orden compuesto que sostienen una pequeña cornisa con dos pináculos y encima una sobria hornacina con tejaroz y una espadaña con la campana como remate.

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      IGLESIA DE LA ASUNCIÓN  

      Nos encontramos ante el modelo más sencillo de una iglesia mudéjar alpujarreña, compuesta por una sola nave con capilla mayor diferenciada mediante arco triunfal, modelo adecuado a las necesidades de una pequeña comunidad rural, pero con la novedad de disponer un tardío camarín levantado en 1823 para potenciar el espacio trascendente y mágico del altar mayor mediante una habitación iluminada para la imagen, una forma de destacar aun más la religiosidad popular, característica de todo el valle del Andarax.

      También en 1860 se levanta la torre actual, rematada por un singular casquete esférico, para sustituir a la anterior, destruida por el terremoto de 1804.

      Volumen exterior de la iglesia de la Asunción, parroquial de Bentarique © Fotografía: Pako ManzanoVolumen exterior de la iglesia de la Asunción, parroquial de Bentarique © Fotografía: Pako Manzano

      Los elementos característicos de la tecnología mudéjar buscando funcionalidad y baratura son unos muros exteriores levantados en aparejo mixto de cintas de ladrillo alternadas con cajones de mampostería, y especialmente la cubierta de la nave y la capilla mayor mediante sendas armaduras de lima bordón, caracterizadas por una estructura de cuatro faldones y la disposición de una sola viga o lima en la arista de unión entre los faldones, además de la disposición de un almizate o estructura horizontal en el centro de la armadura.

      Este templo fue levantado a principios del siglo XVII para sustituir a otro anterior comenzado en 1530 y que fue totalmente saqueado durante la sangrienta rebelión morisca de 1568. Antes de la construcción del nuevo templo, provisionalmente se habilitó la antigua mezquita.

    • Interior de la misma iglesia, con la típica estructura mudéjar © Fotografía: Pako ManzanoInterior de la misma iglesia, con la típica estructura mudéjar © Fotografía: Pako Manzano

    • El retablo del altar mayor es una obra reciente de posguerra que aloja imágenes de escaso valor, salvo dos obras expuestas en hornacinas del muro izquierdo, la Virgen de los Dolores y un Nazareno. Sin embargo la patrona de la localidad es desde 1885 la Virgen del Carmen.

    • A diferencia del resto de enclaves alpujarreños con fuertes pendiente, Padules se ubica en una privilegiada colina amesetada que permite un caserío cómodo y llano. La trama urbana adopta una planta rectangular, al hilo del antiguo Camino Real de Las Alpujarras.

      La población actual refleja esa larga historia en sus barrios. El primitivo núcleo medieval está compuesto por los barrios de la Iglesia (en el centro) y Bajo (Al Noroeste). La ampliación primero se hace con el de Faraite (al Sur) y, ya en el siglo XX, con el de las Escuelas (al Noroeste) y su prolongación en las décadas de los sesenta y setenta.

      El episodio histórico más destacable es la llegada de D. Juan de Austria en 1570 para negociar la rendición de los moriscos sublevados en La Alpujarra en 1568, paz acordada, según la tradición, bajo una encina en el cortijo hoy denominado de las Paces.

    • IGLESIA DE SANTA MARÍA LA MAYOR   

      Nos encontramos ante una pequeña iglesia mudéjar, originalmente de la primera mitad del siglo XVI pero reconstruida, como es habitual, a finales de siglo tras la destrucción de la rebelión morisca de 1568.

    • . Fachada principal de la iglesia parroquial © Fotografía: Pako Manzano. Fachada principal de la iglesia parroquial © Fotografía: Pako Manzano

      Responde al sencillo modelo de iglesia mudéjar con planta de una sola nave rectangular con capilla mayor diferenciada mediante arco triunfal, destacado en el exterior mediante contrafuertes, cuya estructura y capacidad era adecuada para estas pequeñas poblaciones rurales por economía y funcionalidad. La fábrica responde a la técnica mudéjar de muros de mampostería reforzados con sillares en las esquinas, y remate con cornisa de ladrillo en saledizo.

      La nave se cubre con una sencilla armadura de lima bordón o simple, formada por cuatro paños o faldones de madera unidos en las esquinas por una viga de madera o lima, completándose con tirantes para reforzar la estructura y anclarla con seguridad a las paredes, según un sistema funcional que se remonta al mundo nazarí.

      En cambio la armadura de la capilla mayor fue rehecha de una manera burda ante su ruina a finales del siglo XIX, posiblemente por los efectos de un terremoto sobre la torre y la cabecera a principios de siglo. Ello motivó el cambio de orientación del templo, cegándose la primitiva portada de los pies a poniente, y abriéndose el nuevo vano de entrada con arco de medio punto en la antigua cabecera. Es una anómala orientación que sorprenderá al visitante, acostumbrado al acceso desde levante, con la luz del sol, ya que Jesucristo es la luz que ilumina desde el comienzo de los tiempos hasta el ocaso.

    • . Detalle del interior © Fotografía: Pako ManzanoDetalle del interior © Fotografía: Pako Manzano

      CRUZ DE HUMILLADERO  
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    • También llamada de D. Juan de Austria o de Reducción, se dice de ella que constituye el principal vestigio simbólico del sometimiento de los moriscos ante el hermano de Felipe II, para poner fin a la guerra de Las Alpujarras en el cercano paraje de Las Paces, situado en el antiguo camino hacia Fondón.
    • Cruz de Humilladero o de D. Juan de Austria © Fotografía: Pako ManzanoCruz de Humilladero o de D. Juan de Austria © Fotografía: Pako Manzano
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    • Localizada en la Plaza del Barrio Bajo, está formada por una peana escalonada de piedra sobre la que se ubica una cruz con extremos apuntados. Estéticamente es muy sencilla pero guarda un profundo simbolismo con la importante huella del mundo morisco en La Alpujarra. Normalmente estas cruces humilladero se colocaban a la entrada de las poblaciones como signo de encomendarse a Dios antes de iniciar el viaje.
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    • RECREACIÓN HISTÓRICA DE LA PAZ DE LAS ALPUJARRAS   

    • La restauración de esta cruz para limpiarla de blanqueos y añadidos movió al Ayuntamiento a indagar más sobre su pasado, y para ello se contó con la información histórica del profesor Valeriano Sánchez Ramos y de Francisco Martínez Botella para recuperar los trajes originales de la época tanto de los cristianos como de los moriscos, partiendo siempre de la participación vecinal para recrear este momento clave de su memoria histórica.

      Ésta recreación histórica se ha convertida ya en todo un acontecimiento turístico y cultural de la Alpujarra a comienzos del verano. La guerra de las Alpujarras desarrollada entre 1568 y 1570 ocupa un papel singular en la historia de España y supuso una grave crisis, que terminó con la firma de las Paces en Padules en junio de 1570, protagonizada por D  Juan de Austria, hermano del rey Felipe II, y Hernando El Habaquí, en nombre del rey morisco Aben Aboo. La firma propiamente dicha se realizó en el cortijo de Las Paces, pero se materializó con la entrega de las armas moriscas ante D. Juan de Austria en el propio pueblo de Padules.

    • Recreación de la Paz con D. Juan de Austria esperando la rendición de El Habaquí. © Fotografía: Alfonso RuizRecreación de la Paz con D. Juan de Austria esperando la rendición de El Habaquí. © Fotografía: Alfonso Ruiz

      Ello es una excusa para la recreación histórica con un extenso programa de actividades complementarias (exhibición de diversos grupos de recreación, talleres, desfiles, conferencias…) Tomando como reto el máximo rigor histórico, busca que los vecinos y visitantes disfruten experimentando la vida cotidiana del siglo XVI y muestren con orgullo su memoria.

      La recreación histórica es una actividad donde los participantes recrean algunos aspectos de un evento o periodo histórico. Históricamente podemos remontarnos a los torneos medievales o las recreaciones de batallas en el Coliseo romano, pero en las últimas décadas ha cobrado gran protagonismo en el mundo anglosajón como “historia viviente” (living history, conforme a su denominación en inglés). La recreación anual de la batalla de Waterloo con miles de participantes es un buen ejemplo. 

    • Participantes recreando los ropajes y vestimentas del siglo XVI. © Fotografía: Mª Isabel MuñozParticipantes recreando los ropajes y vestimentas del siglo XVI. © Fotografía: © Fotografía: Alfonso Ruiz

      Participantes recreando los ropajes y vestimentas del siglo XVIParticipantes recreando los ropajes y vestimentas del siglo XVI. © Fotografía: Mª Isabel Muñoz

    • . Participantes recreando los ropajes y vestimentas del siglo XVI. © Fotografía: Mª Isabel MuñozParticipantes recreando los ropajes y vestimentas del siglo XVI. © Fotografía: Mª Isabel Muñoz

      Este fenómeno se implanta con fuerza en España con el nuevo siglo, imitando el modelo anglosajón. No debe confundirse con los típicos mercadillos medievales, de carácter popular y mercantil, mientras que en el caso de la recreación histórica hay una búsqueda constante de la autenticidad en la reconstrucción histórica y la identificación clara con un hecho o una etapa histórica, que sirve de aglutinación para la población local y los participantes.

      En el caso de Padules los Tercios de Flandes, la población cristiana (sean labriegos o nobles) y la comunidad morisca, constituyen una excusa para que los padulenses rememoren la memoria de Padules en esas fechas claves.

       

    • Muestra un solar excepcional, pues estamos rodeados de huertas, secanos y una masa forestal, lamentablemente esquilmada por las talas abusivas de la minería reciente.

      Sus antecedentes medievales nos hablan de una organización en barrios, cuya huella nos ha llegado hasta hoy con la actual división en Judería y el Barrio Alto, un aljibe comunal para abastecimiento del pueblo (ocupado por el solar del Ayuntamiento), y una fuente, hoy el Pilar de los Tres Caños.

    • IGLESIA DE NUESTRA SRA DE LA MISERICORDIA   

    • La antigua alquería islámica de Almócita disponía de una mezquita, levantada en el solar de la actual iglesia y cerca de la fuente de Los Tres Caños, cuyas aguas servirían para la ablución o limpieza ritual de los fieles antes de ingresar en el recinto sagrado musulmán. En el verano de 1500 los mudéjares fueron convertidos forzosamente en moriscos. En 1501, al crearse la diócesis granadina de la que dependían todos los pueblos de La Alpujarra, la antigua mezquita se consagró para el nuevo culto cristiano.

    • Fachada exterior de la iglesia parroquial © Fotografía: Pako ManzanoFachada exterior de la iglesia parroquial © Fotografía: Pako Manzano

    • Los graves daños causados por el violento terremoto de 1522 obligaron a levantar una nueva iglesia hacia 1530, quemada durante la rebelión morisca de 1568. Aunque fue reparada con posterioridad no presentaba una fábrica estable y era pequeña para el número de fieles, por lo que en 1700 se inicia un nuevo templo, consagrado en 1703 por el arzobispo de Granada Martín de Ascargorta.

      La obra constituye una novedad en La Alpujarra por su fábrica de sillares de piedra y cajones de mampostería, coronándose por una moldurada cornisa de cantería. La estructura interior responde al modelo generalizado de las iglesias mudéjares granadinas, apta para las pequeñas poblaciones, de una sola nave rectangular y capilla mayor diferenciada mediante un arco toral con contrafuertes exteriores.

      Las sencillas portadas también corresponden al Barroco: la principal presenta un arco de medio punto, enmarcado por molduras y encima una hornacina entre aletones, con el anagrama de Ave María; la lateral es más esquemática.

      La nave perdió su cubierta original a comienzos del siglo XX, lo que dio origen a este patio descubierto de acceso, conservándose únicamente la bellísima armadura cuadrada de la capilla mayor, con una estructura de limas mohamares, cuadrales dobles en las esquinas y el almizate apeinazado con lazo de ocho. Todo un lujo para el patrimonio histórico de La Alpujarra.

    • Excepcional armadura de limas moamares cubriendo parte del interior de la iglesia © Fotografía: Pako ManzanoExcepcional armadura de limas moamares cubriendo parte del interior de la iglesia © Fotografía: Pako Manzano

    • La iglesia sufrió duras vicisitudes durante los siglos XIX y XX. El terremoto de 1804, la tormenta de 1838 y el abandono de tan singular construcción, explican el derrumbe de la nave de la iglesia.

      Durante la Guerra Civil el templo fue saqueado y convertido en almacén, por lo que la Dirección General de Regiones Devastadas proyectó una reconstrucción, no realizada, en la inmediata posguerra. En 2001 la iglesia fue incluida en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía como bien cultural y se restauró la magnífica armadura de la capilla mayor, mientras se aguarda una futura rehabilitación integral del edificio.

    • ALJIBE LAVADERO   

      Estamos ante el antiguo lavadero, una de las instalaciones hidráulicas más antiguas de La Alpujarra. En realidad es un aljibe que podemos remontar a época nazarí, que servía de depósito de agua para la fuente contigua.

      Antiguo aljibe lavadero, bajo el actual Ayuntamiento © Fotografía: Pako ManzanoAntiguo aljibe lavadero, bajo el actual Ayuntamiento © Fotografía: Pako Manzano

      Cubierto con su primitiva bóveda de medio cañón levemente apuntada, su origen se remonta a la necesidad de garantizar el abastecimiento de agua a la población musulmana y asegurar la limpieza ritual antes de las oraciones. A principios del siglo XX se instaló un lavadero en el interior (recientemente reformado), y posteriormente se construye sobre el solar la actual Casa Consistorial.

    • ERAS DE LAS HAZAS Y MIRADOR  

    • Desde la parte más baja de la Placetilla de Los Polos, parte el camino del Escurrizo que conduce al camping municipal. Continuando el camino, un pequeño paseo nos acercará a las recién restauradas grandes eras comunitarias de la población, que nos permiten, además, disfrutar de un espectacular mirador al valle y las cercanas sierras.

      Este conjunto está formado por dos eras de trillar escalonadas, con suelo empedrado con cantos, que constituían el punto de partida de la sencilla cadena agroindustrial de transformación del trigo hasta poder disponer de pan y dulces. Las eras se situaban en lugares ventilados, como lomas y collados, disponiendo de una pequeña pendiente para evitar el encharcamiento y rodeados de un pequeño murete de contención del relleno de tierra y para evitar el excesivo viento rasante Hace tiempo cayeron en desuso, pero su ubicación estratégica les permite constituir unos excelentes miradores.

      Vista general de Almócita desde la era de las Hazas © Fotografía: Pako ManzanoVista general de Almócita desde la era de las Hazas © Fotografía: Pako Manzano

      Observaremos el paisaje hacia el Sur desde este mirador excepcional. Bajo la ladera montañosa, aún reconocemos la silueta del Camino de las Fundiciones Reales, la primera vía carretera de Almería, abierta para dar salida por el puerto de Almería al plomo de las fundiciones reales de Presidio (Fuente Victoria, Fondón) y Alcora (Canjáyar), cuya silueta podemos reconocer en el horizonte, pues mantiene hornos, almacenes y cuadras del siglo XVIII.

      El paisaje que nos rodea muestra las características simbólicas y físicas de La Alpujarra: ladera, agua, agreste, incomunicación y aislamiento, hábitat disperso, leyenda, romanticismo, pasado morisco... Estamos ante un territorio cultural, una realidad compleja integrada por componentes naturales y culturales, tangibles e intangibles, cuya combinación configura su peculiar carácter.

      Frente al paisaje agreste y extenso de las formaciones montañosas, la vega es el refugio de lo fértil y poblado. Un mundo pequeño pero intenso, lleno de historia, basado en el bancal aterrazado por un muro de piedra seca (balate) y cuya explotación se realizaba de forma directa mediante el minifundio.

      En este caso, estamos ante un paisaje morisco, definido por la agricultura intensiva de regadío, introducida por los yemeníes llegados a estas tierras a finales del siglo VIII, que rompe con la tradición romana del cultivo de secano (basado en trigo, vid y olivo).

      Este paisaje morisco se caracteriza por el regadío permanente (lo que suponía poder cultivar toda clase de productos durante todo el año), la convivencia de árboles frutales con cereales y hortalizas (ampliando el concepto de huerto) y la introducción de cultivos desconocidos hasta la fecha en Europa.

      Berenjena, sandía, limón, naranja dulce, arroz, azafrán, albaricoque, caña de azúcar… fueron algunas de las especies que introdujeron los árabes, traídas del medio oriente y de la India. Pero la que más fama dio a estas tierras fue la morera, para la cría del gusano de seda. Montes de seda llamaban a La Alpujarra los geógrafos árabes del siglo XI.

      El paisaje morisco va unido a un hábitat disperso en pequeñas poblaciones cercanas, característico de La Alpujarra, que se remonta a las alquerías islámicas. Una organización social de carácter familiar y tribal, permitía gestionar de forma colectiva y solidaria el agua y el amplio territorio que no estaba cultivado permanentemente.

      Vista del paisaje hacia el Norte y Sierra Nevada, con el municipio de Beires © Fotografía: Pako ManzanoVista del paisaje hacia el Norte y Sierra Nevada, con el municipio de Beires © Fotografía: Pako Manzano

      La pervivencia islámica es visible en una trama irregular, vertebrada en torno a un eje longitudinal Norte-Sur, el camino tradicional de comunicación entre Beires y Padules. Las calles son estrechas, cortas e irregulares en el trazado. Las viviendas se organizan en manzanas abiertas a los cultivos a través de los huertos. Poblado y vega, blanco y verde, una imagen que todavía perdura en el tiempo.

    • BALSA DE LAS ESPEÑUELAS Y MIRADOR  

    • Enclavada en el desaparecido barrio del mismo nombre, la balsa de Las Espeñuelas es hoy una referencia paisajística del municipio. Construida para almacenar el agua de riego, tras un largo y antiguo pleito entre los pueblos de la zona, constituye el punto final de los caminos del agua.

      En sus inmediaciones se levanta hoy el mirador de Las Espeñuelas, un observatorio privilegiado del paisaje que permite identificar los principales hitos de un paisaje singular y cargado de historia. Todo un lujo para nuestros ojos.

      Foto 24. Balsa de las Espeñuelas y Sierra de Gádor al fondo

      Montaña, ladera y agua, tres elementos ligados al paisaje alpujarreño, confieren ese valor de dureza, aislamiento y belleza al territorio. En el ámbito mediterráneo, y especialmente en La Alpujarra, el agua es fuente de vida, y para aprovecharla se emplearon multitud de procedimientos. Destacan por su singularidad las acequias de careo, que se remontan al pasado islámico y facilitan la recarga de las fuentes con el deshielo. Mediante regueros en la Sierra, el agua se conduce a zonas permeables para que aflore durante el verano.

      La fuente del Nacimiento, de Beires, se abastece de dos careos, el llamado de Ohanes, hacia levante y con un recorrido de siete kms, y el otro de Laujar, a poniente y aún mayor. La comunidad de regantes, formada por los vecinos de Beires, Almócita y Padules, subía a Sierra Nevada antes de que lleguen las nieves para limpiar estos regueros o careos.

      Beires riega mediante dos acequias. La de Guenchor, por la derecha del barranco, es la más importante y antigua. Conduce el agua al gran depósito que encontramos a nuestro lado, la balsa de Las Espeñuelas o Peñuelas, con una capacidad de 1,5 millones de litros, la principal de toda la comunidad pues regulaba los riegos de los tres pueblos.

      El reparto de las aguas entre los tres municipios siempre fue conflictivo. En 1577 hubo que acudir a los tribunales y el pleito duró más de 35 años. Desde entonces, Beires dispone de tres días (desde sábado al anochecer sol hasta martes al amanecer), Almócita (de martes a jueves) y Padules (de jueves a sábado).

    • Balsa de las Espeñuelas y Sierra de Gádor al fondo © Fotografía: Pako ManzanoBalsa de las Espeñuelas y Sierra de Gádor al fondo © Fotografía: Pako Manzano

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Galería

Vista general de Huécija con el Convento de los Agustinos © Paco Bonilla
Pechinas y cúpulas decoradas en la iglesia del convento de los Agustinos en Huécija  © José Ángel Fernández
Lavadero en Huécija © Paco Bonilla
Mirador de la Taha de Marchena © José Ángel Fernández
Fachada principal de la llamada Casa Grande en Bentarique © Fotografía Pako Manzano
Iglesia de la Asunción en Bentarique ©Fotografía Paco Bonilla
Fachada principal de la iglesia parroquial de Padules © Fotografía Pako Manzano
Interior de la iglesia de Padules © Fotografía Pako Manzano
Iglesia de la Misericordia en Almócita © Paco Bonilla
Aljibe lavadero de Almócita © Paco Bonilla

 

 

 

 

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